Pretendemos hacer una modesta contribución a la difusión y conocimiento entre las generaciones de jóvenes maestros y de otros mexicanos, de lo que fue y significó en su momento histórico, la aportación relevante, válida, genuina y auténtica de la revolución mexicana a la pedagogía mundial: La Escuela Rural Mexicana, queremos destacar a sus principales protagonistas, señalar sus aportaciones y la descripción concreta aunque abreviada de su modelo educativo, sus finalidades, metodología, agencias y concreciones, y relatar algunas experiencias, una que vivimos y somos testigos y otras, que conocimos por relato oral, por la voz de un informante clave y valioso, sujeto participante activo de aquella pedagogía.
El maestro Corona Morfín afirma: Es con el régimen de Álvaro Obregón que la educación asumió caracteres de unidad, sentido social y adecuación fincados en la realidad, los intereses populares y las metas de la Revolución, y continua señalando que el general Obregón responsabilizó al Estado de ello y que para el efecto creó la Secretaría de Educación Pública a la que asignó un presupuesto de $50,000,000.00 (cincuenta millones de pesos), presupuesto sin precedente, nunca antes siquiera imaginado para el sector educativo y que además, tuvo el acierto de encomendar tal tarea a José Vasconcelos.
Más adelante en la misma obra señala, que la nueva secretaría se organiza bajo un plan sencillo, integral y coherente: una función triple en lo fundamental y quíntuple en el momento. Lo esencial y primero: escuelas, bibliotecas y bellas artes; lo segundo: incorporar al indio a la cultura hispánica, la alfabetización de las masas y la enseñanza científica y técnica en sus diversos ramos y grados; describe la personalidad de Vasconcelos diciendo: Por encima de disparidades en credo político, social y filosófico, la categoría literaria del escritor y político de la educación que fue Vasconcelos... nos obligan a rendirle pleitesía y reconocimiento. Es pues, este personaje principal gestor,creador de la utopía educativa, ideólogo y político, iniciador de la concreción de la escuela rural.
La contribución de Rafael Ramírez, según la publicación del CONAFE, el que más aportó a la Escuela Rural Mexicana, y la participación que en ella tuvo está muy lejos de ser comprendida por parte de las generaciones que no vivieron los cambios que se dieron a consecuencia de la revolución mexicana a principios del siglo XX, donde el campo mexicano no tiene escuelas, pues sólo la haciendas prósperas sostenían eventualmente maestros para instruir a los hijos de sus empleados. En la escuela de la hacienda de Palo Blanco, en la huasteca veracruzana, es donde inicia Rafael Ramírez su ejercicio profesional.
Es en el año de 1923, cuando el maestro Ramírez se incorpora a la reforma educativa de Vasconcelos, al formar parte de la primera misión cultural establecida en Zacualtipán Hidalgo, que al mismo tiempo funciona como modelo y matriz donde salen otras agencias del mismo tipo que tienen como encomienda difundir, en sierras valles y costas del país, la escuela rural bajo la designación de Casa del Pueblo. En la obra supra mencionada, de la escuela rural de Rafael Ramírez, se dice:
Rafael Ramírez no está solo en la manufactura de la invención social de la cual es el principal artífice; muchos son los maestros que concurren a dar forma, contenido y significado a la escuela rural; agencia educativa, legítimamente mexicana, nueva en su concepción y en su manera de adaptarse a las condiciones del campo que, sin dejar de ser genuina, acepta y reinterpreta las ideas y patrones de acción para mantenerse fresca y auténtica. En los años veinte y treinta, la escuela rural es sin duda, la herramienta más eficaz que logra la transformación campesina y, con ella, la redistribución de la salud, los recursos, el conocimiento y la dignidad entre las masas irredentas para las cuales se hace la revolución.
Justicia social, concienciación y concientización de la opresión a que están sometidos, según lo diría, ocho lustros más tarde Paulo Freire, y hay más, se asigna a la nueva agencia educativa además de las actividades pedagógicas, las económicas y sociales; al grado de abandonar las aulas, lanzarse a la calle incluso a las tierras de labranza; que se tomen como sujetos de enseñanza a los niños, a los adultos, a los hombres y a las mujeres, como elementos indisolubles de la estructura de la comunidad, considerada holísticamente, como un todo; el maestro además de cumplir su rol de enseñante, se convierte en gestor y procurador de pueblos, líder, promotor del cambio revolucionario, apóstol de reivindicaciones agrarias y políticas; es decir continuador, promotor, luchador social de las reivindicaciones no cumplidas de la revolución.
La Escuela Rural no surge sola, camina del brazo con las adquisiciones de carácter económico-social, previstas en la carta magna de 1917 y se adjuntan las acciones de otras instituciones que directa e indirectamente la complementan, proporcionando los canales de fructificación, como la producción editorial y el funcionamiento de servicios bibliotecarios, principalmente. En cuanto a la producción editorial propiciada por La Escuela Rural, como las ediciones sobre la Historia de México y los textos escolares iniciales; obras de la cultura universal clásica, desde Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Ovidio, Virgilio y Séneca, hasta los contemporáneos como Rolland, León Tostoi y R. Tagore, apoyan y refuerzan las acciones de le Escuela Rural, las misiones culturales y la proliferación de bibliotecas populares, simultáneamente comienza la campaña de alfabetización de adultos.
El Departamento de Bibliotecas, según el maestro Tejera, primero bajo la jefatura de don Vicente Lombardo Toledano, fundó y estableció, bibliotecas, a lo largo y ancho del país; desde las transportadas a lomo de mula de 50 ó 100 volúmenes, para la escuela rural de la ranchería más escondida y de difícil acceso, a las de 500 volúmenes en comunidades de unos dos mil habitantes; de 5,000 a 10,000 volúmenes para ciudades, incluida la Ciudad de México, en la plaza de la ciudadela, La Bibioleteca de México. En los años veintes se crearon más de 2,000 de estas bibliotecas, una verdadera hazaña cultural y educativa.
Después de Lombardo Toledano, también dirigió al Departamento de Bibliotecas don Jaime Torres Bodet, quien años más tarde inició una campaña más de alfabetización, asimismo funda el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, y propone y da operatividad al Plan Nacional de Educación de 11 años y el programa del Libro de Texto Gratuito, todo ello al frente de la Secretaría de Educación Pública; después de los años cincuenta, según el maestro Tejera, el Departamento de Bibliotecas entró en franca decadencia:
A finales de los años setentas, el Departamento de Bibliotecas de la SEP, ahora a cargo de la moreliana MLS Guadalupe Carrión Rodríguez, quién le inyecta nuevos bríos, promueve no sólo la capacitación, formación y actualización del personal bibliotecario en servicio, sino que retoma, revive e impulsa el proyecto vasconcelista de bibliotecas, y es así como en febrero de 1980 se organizan y procesan las colecciones, unos 35,000 volúmenes, de la Biblioteca Pública Central Francisco J. Múgica de la ciudad de Morelia, misma que el 11 de junio de ese mismo año se inaugura por el C. Presidente de la República José López Portillo, acompañado por el entonces gobernador del estado, Carlos Torres Manzo y naturalmente, la maestra Lupita Carrión.
Después se reorganizan y refuerzan las colecciones de otras bibliotecas, como las de Pátzcuaro, Uruapan, Zamora, Zacapu y Zitácuaro, con la acción decidida de don Raúl Silva Zaragoza a la sazón, jefe del Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación en el Estado, quien logra establecer el sistema de bibliotecas municipales. Desgraciadamente, el presupuesto gestionado por Lupita Carrión en el sexenio Lópezportillista, no se repitió cuantitativamente con el presidente De la Madrid y hasta la fecha, regresaron y persisten las penurias y decadencia señalada en los años sesentas por el maestro Humberto Tejera. De muestra un botón, el caso de la Biblioteca Pública Central Francisco J. Mújica, pues las colecciones han sufrido varias inundaciones y se han dejado deteriorar, ni se actualizan, ni se renuevan, porque no hay presupuesto.
En el aspecto económico, es la tierra repartida en ejidos a los campesinos lo que viene a brindarle la ocasión a la Escuela Rural de contar con los elementos propios de vida; las pequeñas presas de irrigación, los caminos comunales, son estimulantes de la prosperidad para los labriegos, después llegaron a la familia labradora animales de cría, aperos, utensilios, semillas, créditos, sistemas mecanizados y tecnológicos. Por todos los ángulos encontramos que la Escuela Rural es la educación des-escolarizada que plasmaría más tarde el educador Iván Ilich en Cuernavaca Morelos, y en la creación de su pedagogía Anti-escuela, por esto también consideramos a la escuela rural mexicana, como una aportación de la revolución mexicana a la pedagogía mundial.
En lo relativo a la fundamentación teórica de la escuela rural mexicana, su principal artífice, el maestro Ramírez, se forma como profesional en la Normal de Jalapa Veracruz, que dirige Enrique Rébsamen donde abrevan a las ciencias sociales en las corrientes positivistas de Augusto Comte y analizan las propuestas del organicismo evolucionista de Herbert Spencer, ideas introducidas en México en tiempos de la Reforma, por Gabino Barreda en la teoría y práctica de la educación. Corrientes derivadas del positivismo de Comte, pero con signo anárquico, cristalizan en la escuela moderna de
Francisco Ferrer Guardia, de tendencia racionalista, en la escuela nueva de Eislander, que pone en la naturaleza el estímulo para el desarrollo y en la escuela integral de Kropotkine, con el énfasis puesto en la actividad manual.
Félix F. Palavicini, en 1912, es quien dirige la Escuela Industrial de Huérfanos a la que transforma conforme a los patrones europeos y de ahí sale a formar parte del gabinete carrancista y, en 1916, el Primer Jefe le aprobó los planes de estudio de las escuelas de nivel superior, la de Industrias Químicas y la de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, que se inauguraron ese mismo año.
Desde la Escuela Industrial de Huérfanos, Rafael Ramírez es colaborador muy cercano de Palavicini, a quien tenía en muy alta estima de quien se expresó:
Cúponos la suerte de ser llamados a colaborar con el señor Palavicini, [...] nos apropiamos de muchas de sus ideas acerca del problema de la educación técnica y no es aventurado decir que, a partir de esa época, vimos con mayor claridad los múltiples aspectos que puede revestir.
Rafael Ramírez critica a la educación positivista, no por sus contenidos, sino por sus métodos, considera aristocrática a la enseñanza, de abusar de la repetición como principal método de enseñanza, de la conferencia, de dar lecciones, de la memorización por parte del alumno y de la desvinculación y aislamiento de la escuela con la vida. Aquí encontramos claros principios de lo que más tarde sería la pedagogía de la Educación Permanente, con la cual, los educadores franceses superaron el rezago que sufrió su educación durante la ocupación nazifascista, durante la segunda guerra mundial.
La invención de la agencia y del tipo de maestro que ella requiere, es obra original de educadores mexicanos; se suman las más diversas ideas de escuelas nuevas, que se acrisolan en moldes desde las utopías de los misioneros, verdaderos educadores de adultos como don Vasco de Quiroga, Alonso de la Veracruz y Pedro de Gante; las propuestas seculares y laicas del doctor Luis Mora, el positivismo de Gabino Barreda y las aportaciones demócratas de Joaquín Baranda; la escuela rudimentaria de Gregorio Torres Quintero, por citar a algunos. La escuela rural de Rafael Ramírez
significa la incorporación del indio y del campesino a la cultura, al progreso y a la civilización, [...] significa redimir por igual a uno y otro; hacerles recipiendarios de la herencia cultural de la humanidad [...] formar en ellos la conciencia proletaria que los lleve a participar críticamente en la redistribución de la tierra, el estatus y el poder, y en la lucha por la liberación colonial y anti-imperialista [...] educar al indio y al campesino, es ponerles en condiciones de apreciar por sí mismos, el estado de dependencia y subordinación en que se encuentran y capacitarles para que generen su propia liberación.
Gonzalo Aguirre Beltrán, ex rector de la Universidad Veracruzana, en tesis presentada en el Cuarto Congreso de Sociología, se refiere a la Casa del Pueblo, señalando las finalidades de la nueva escuela, según la cita que hace Fidel Delgado Casillas en el prólogo de la obra de Enrique Corona Morfín y que enseguida nos permitimos reproducir:
El mejoramiento integral de las comunidades indígenas era el fin último de las casas del pueblo, porque las casas del pueblo eran escuelas para la comunidad. La casa del pueblo, como ninguna otra institución creada por la revolución, reflejó el carácter eminentemente popular de este movimiento y la tendencia hacia la modernización económica, manifiesta en el énfasis que puso en el desarrollo integral de la comunidad.
La utopía educativa era para la Escuela Rural Mexicana el mejoramiento constante no sólo de los individuos, sino de la comunidad toda, una educación no sólo integral, sino una educación holística, continua y permanente.
Moisés Sáenz, Subsecretario de Educación en 1928, se expresaba de las escuelas rurales conforme a la cita que trascribimos textualmente y que tomamos del prólogo de la obra de Corona Morfín y que dice:
En estas escuelas nunca se sabe dónde termina la escuela y principia el pueblo, ni donde acaba la vida del pueblo y comienza la escolar, porque volviendo a su fuero primitivo de agencia social real, esta escuela es una con la comunidad. La Casa del Pueblo se llamó al principio, de hecho siguió siéndolo y también pedimos que el pueblo sea la casa de la escuela.
Una educación del aquí y el ahora, una educación comunitaria, la comunidad educadora, una educación en la vida, pero también para la vida; una educación liberadora que más tarde, ya sistematizada por el educador latinoamericano Paulo Freire, propone para campesinos analfabetas de Brasil primero y, después a los campesinos analfabetas de América Latina y también a todos los oprimidos (y opresores) de todo el mundo.
Aunque Narciso Bassols se hace cargo durante un corto tiempo de la Secretaría de Educación, ejerce una influencia muy importante, en los años de la reforma al artículo 3º constitucional, en 1934, la misma que da origen a la llamada educación socialista. No es el socialismo como lo concibe la teoría y práctica de la filosofía marxista, que requiere de cambios en los modos y medios de producción; sino un socialismo que se inserta en ideologías anarco-sindicalistas, tal como lo sostiene la escuela racionalista.
En el período de Vasconcelos a Bassols, la concepción revolucionaria del proceso educativo afecta por igual a los tres componentes básicos de la acción pedagógica, educando, maestro y programa; en lo que hace al educando, se considera primero como individuo, sujeto y objeto último del proceso educativo en las campañas de alfabetización, tal concepción es de los primeros años de la década de los veintes; al advenimiento y fundación de la Casa del Pueblo,el objeto y sujeto de educación pasa a ser la comunidad, y se mantiene tal concepción de las escuelas rurales; para el periodo de Bassols, el objeto ya no es ni el individuo, ni la comunidad, sino la región
una circunscripción territorial basada en cierta homogeneidad, de sus elementos étnicos, sociales, económicos, agrícolas, etc.
No hemos podido sustraernos a la tentación de relatar aquí, la experiencia que un participante nos confió y se inicia en el año de 1933, invitado a que durante tres meses asistiera a la Escuela Eusebio Luna de la comunidad agraria de Queréndaro Michoacán, a tomar el programa de alfabetización.
Adolfo, que así se llamó nuestro personaje, informante valioso, frisaba los 17 años, el maestro Bonfilio Maldonado lo invitó a integrarse al grupo de adultos jóvenes analfabetos que atendía; según Adolfo, asistió de lunes a viernes, de las 18:00 a las 21:00 horas, aprendió a leer, a escribir y a hacer cuentas; aún conserva orgulloso, la cartilla de alfabetización, asimismo, me mostró algunos libros que en la década de los años cincuenta, acumuló una pequeña biblioteca de más de 300 ejemplares, como La Piel, de Curzio Malaparte, La Ciudadela y Aventuras de un Maletín Negro, de A. Cronin, Genoveva de Bravante; Autores como Anibal Ponce, E. Hemingway, y muchos otros.
Pero el maestro Bonfilio, no solamente les enseñó a amar a la lectura y a la escritura, les enseñó aritmética y nociones de algebra, también a jugar básquet bol. Nos relató cómo había aprendido las tablas de multiplicar: El maestro Maldonado, se situaba en el centro de la cancha de Básquet, se hacía rodear de sus adultos alfabetizandos y con balón en mano, se lo lanzaba a uno de ellos a la vez, simultáneamente hacia una pregunta: "¡Juan, ¿nueve por nueve?!"," el interpelado, además de cachar el balón y regresarlo al maestro, debía contestar la pregunta; si la respuesta era correcta, maestro y compañeros aplaudían brevemente como premio, si no, algunos de sus propios compañeros, le decían la repuesta correcta; y continuaba la técnica, ad hoc, para enseñar educación física y matemáticas.
Cuando ya en los finales de la década de los cincuenta, mi hermano menor y el que esto escribe, cursábamos el bachillerato en el Colegio de San Nicolás, Adolfo ya autodidacta frenético, gustaba de platicar con nosotros preguntándonos diversos temas, desde historia de México y universal, filosofía, literatura clásica, mexicana e iberoamericana, aunque prefería matemáticas. No nos da pena aceptar que las discusiones y debates que tuvimos con él, siempre amables y respetuosas, hubimos de reconocer que en muchos aspectos sabía más que nosotros y desde luego, aprendimos más de él, que él de nosotros; un hombre que sólo tuvo instrucción formal escolarizada, durante tres meses, en una escuela rural, la que propició habilidades para construir su propio conocimiento: aprendiera a aprender, aprendiera a hacer y aprendiera a ser.
Diversas influencias que sustentan a la escuela rural, entre otras, el positivismo de Comte, la escuela de la acción, el funcionalismo pragmático de Dewey, la escuela del trabajo y politécnica bolchevique, la escuela racionalista de Ferrer Guardia hasta el socialismo anarco-sindicalista, no obstante, la revolución mexicana, mediante sus maestros la forja como una escuela nueva auténtica y genuina, pues ninguna creación es absolutamente nueva, nunca se nace o se empieza de cero. Sir Isaac Newton, dijo alguna vez
si yo he podido ver más allá que mis contemporáneos, es porque siempre he cabalgado en hombros de gigantes.
El creador de las leyes de la gravitación universal, del cálculo diferencial, integral e infinitesimal, de la mecánica clásica, se refería a Nicolás Copérnico, a Juan Kepler y a Galileo Galilei, gigantes de la ciencia, en cuyos hombros él se sentía llevado. Consideramos asimismo, que la experiencia mexicana, en cuanto a la escuela rural, suministró principios y experiencias para que otros educadores como los franceses, formularan la filosofía y metodología de Educación Permanente; a Iván Ilich, para fundamentar la pedagogía Anti-escuela o al gran educador Paulo Freire, para concretar la pedagogía liberadora.
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